
Las crónicas del Vengador VAM.
“Las armas son instrumentos fatales que solamente deben ser utilizadas cuando no hay otra alternativa”, Sun Tzu.
En 2014 el “Sector Derecho”, partido político paramilitar de extrema derecha, perpetró un golpe de estado en Ucrania, al alero de occidente y bajo la tutela de las potencias que lideran la OTAN.
En el sur de Ucrania, en la región de Donbas, tres provincias – Slaviansk, Lugansk y Donetsk – desconocieron al nuevo gobierno implantado a sangre y fuego por el “Sector Derecho” y organizaron una férrea resistencia contra las tropas criminales neonazis, incorporadas posteriormente al ejército ucraniano desde Kiev.
A diferencia de Crimea donde el pueblo organizado en consejos, luego del golpe, llamó a un plebiscito para decidir su ingreso a la Federación Rusa, en el que venció la opción de integración por una mayoría contundente; las regiones del Donbas se propusieron establecer un camino propio, un camino con remembranza soviética, donde las pequeñas y aguerridas brigadas comunistas y antifascistas jugaron un papel principal en la defensa del territorio y del pueblo durante los primeros días de la guerra y contra la furia desatada por las hordas fascistas, envalentonadas por la OTAN.
Slavianks fue recuperada por los nazis y el Batallón Azov pudo saciar su sed de venganza en contra de un pueblo indefenso. Sus crímenes a lo largo de todo el país son innumerables, incluyendo la Masacre en el edificio de los Sindicatos en Odessa. Se informó la muerte de 14 mil personas en Donbas, incluidos miles de niños producto de los bombardeos de los golpistas ucranianos.
La Federación, que venía siendo cercada con la instalación del eufemísticamente llamado “Escudo Antimisiles”, vio la posibilidad de hacerse un “colchón de protección” en las provincias de Lugansk y Donetsk, contribuyendo a través de organizaciones civiles a su fortalecimiento logístico. Sin embargo, las pugnas internas y los conflictos de interés transnacionales sobre una zona rica en recursos minerales y con una clase trabajadora empoderada, terminaron con la vida de los dirigentes que habían liderado las principales acciones antifascistas en el territorio bautizado en ese entonces como “Nueva Rusia, combatientes que como muchos que en el momento del golpe eran trabajadoras y trabajadores y no militares de carrera: Alexsey Mozgovoy de la Brigada Fantasma, Arseni Pavlov, “Motorola” del Batallón Esparta y Mijail Sergueyevic “Givi” del Batallón Somalí, comandantes de las milicias populares y líderes de la avanzada antifascista y de la resistencia en el sur, fueron asesinados selectivamente por grupos especiales, sin que hasta ahora sus muertes hayan sido reivindicadas por alguna de las fuerzas en pugna o por alguna fuerza extranjera.
Durante la administración de Barack Obama se realizaron varias acciones guerreristas abiertas y encubiertas. Bombardeos y masacres en distintos puntos del planeta. Luego del golpe del “Sector Derecho” en Ucrania, la administración de Obama habría trasladado las reservas de oro del país a EE.UU con el pretexto de protegerlas. En la administración de Donald Trump, se mantuvieron las presiones económicas y el bloqueo contra Cuba, se agudizó la injerencia en Venezuela y Nicaragua y hubo un golpe de Estado en Bolivia bajo el silencio cómplice de la comunidad internacional en occidente. Se asesinó en Irak al General Iraní Soleimani, cuando el gobierno trumpista ya iba en retirada. En otro escenario se abrieron conversaciones con Rusia, China y Corea del Norte, incluso Trump está siendo investigado por el FBI, comités del Congreso y un fiscal especial, por la llamada la “Trama Rusa” donde se acusa a Rusia de incidir directamente en las elecciones y a Trump de mantener relaciones secretas con el Kremlin.
La era Biden, que tanto ilusionó a algunos sectores, comenzó con amenazas directas contra Putin por su posible intervención en las elecciones del 2020. Asesino llamó Biden a Putin iniciada su presidencia, comenzando un guión que, según algunos, es parte de una estrategia contra el liderazgo del líder ruso elaborado durante décadas y repetido hasta el día de hoy en la prensa. Dictador, asesino, matón, criminal de guerra ha dicho Biden de Putin durante su viaje al viejo continente.
El engaño en el arte de la guerra
El cerco de la OTAN y la materialización del fantasma del mal llamado “Escudo Antimisiles” desencadenó la Operación Especial en Ucrania, bajo la premisa de liberar a las regiones de Lugansk y Donetsk e incorporarlas definitivamente a la Federación Rusa como ya ratificó su Asamblea.
Es indiscutible afirmar que la guerra es la prolongación de la política por medios violentos y que las guerras son principalmente económicas. La llamada Guerra Integral nos muestra el encarnizado combate a través de los medios de comunicación, verdaderos formadores de corrientes de opinión en la era digitalizada, capaces de alinear gobiernos y países completos a un “mensaje oficial”. Montajes periodísticos, el arte de la guerra se basa en el engaño, que también ayudan a realizar una lectura errónea de lo que está sucediendo.
La Federación del escudo del águila bicéfala y de San Jorge matando al dragón, en estos ocho años de conflicto, ha pasado de perder la hegemonía del gobierno de Ucrania con Viktor Yanukovic a anexar Crimea y el Donbas, a controlar zonas estratégicas, reservas energéticas naturales y plantas nucleares, a ejercer su hegemonía en las ciudades “desnazificadas”, respetando a las autoridades locales y brindado ayuda humanitaria a la población civil, ha destruido a Ucrania, su aviación, blindados, instalaciones, barcos, armas y sistemas de defensa, pero lo que occidente nos quiere hacer ver en TV es que al parecer Ucrania y sus aliados ganan y todo se le ha escapado de las manos a un Putin que hoy obliga a países de la Comunidad Europea a pagar en Rublos el suministro de gas y ha desatado un efecto dominó con la implementación definitiva de la criptomoneda, quitándole estabilidad al dólar y al euro. Estados Unidos pierde su hegemonía en lo que sus ideólogos denominaron la Aldea Global y China la ha amenazado con represalias económicas por las reiteradas arbitrariedades cometidas en lo comercial.
Quizás ni a la Federación Rusa le importan tanto las personas en el Donbas, ni a la OTAN los ucranianos en una guerra de intereses “superiores”, que es la antesala para una nueva correlación de fuerzas en el orbe, favorable para unos o para otros, con un posible desenlace bélico nunca antes visto por nuestra civilización. Sin embargo, debemos establecer que la OTAN comenzó su avance hacia el este con acciones militares y “revoluciones de colores” desde hace décadas, en un contexto de fortalecimiento propio y debilidad Rusa, luego de la desintegración de la URSS. Que en Ucrania hubo un golpe de Estado neonazi al amparo de la OTAN es una verdad incomoda pero no es un secreto para nadie, como tampoco lo es que cientos de asesores militares estadounidenses, alemanes, británicos y franceses han operado en los distintos conflictos que han sacudido el mundo en los últimos años, no siendo el ucraniano una excepción, la OTAN se encuentra hace años en Ucrania dirigiendo y formando a su ejército, quizás como avanzada de una mal llamada fuerza de paz, que de pacífica no tendria nada, solicitada por Polonia miembro de la OTAN, país que ha “congelado” las cuentas bancarias de la embajada Rusa en su territorio.
Incluso para los analistas militares pertenecientes a ejércitos de países aliados de EE.UU, al menos una “Operación Especial” era esperada y justificada visto el avance del cerco de la OTAN apuntando directamente hacia Rusia.
Rusia ha acompañado con el nombre de “liberación del Donbas y desnazificación de Ucrania” su avanzada y ha reiterado que es una guerra sólo contra objetivos militares, y es que la Federación pudo desde un comienzo borrar del mapa a Ucrania o regresarla a la prehistoria como hicieron los países aliados con los bombardeos sistemáticos e indiscriminados sobre Libia y su población, por cierto apoyados por el avance terrestre de mercenarios ligados a Al Qaeda e Isis. En comparación con los bombardeos sobre Siria, donde se detuvo a asesores militares aliados, estadounidenses y alemanes que dirigían las operaciones contra Assad desde un bunker, los bombardeos sobre Irak, Yemen, Panamá, Serbia y una interminable lista de países, se podría decir que este ataque Ruso es selectivo. No olvidar la guerra mediática en occidente. No hay despachos desde Yemen o Palestina, no hubo despachos mostrando a la población civil de Libia bajo bombardeo ni la destrucción de las ciudades sirias, como se ha puesto en escena Ucrania al mundo, desplazando y enterrando los informes noticiosos sobre la Pandemia de Covid 19.
Hoy la guerra es por los medios y con todos los medios. La televisión y las redes sociales también son un teatro de operaciones donde todos los actores hacen sus puestas en escenas. ¿Qué forma primará? ¿La diplomacia, la violencia, los acuerdos, los repartos? Y entre medio del horror de la guerra, la población civil, trabajadoras, trabajadores y sus familias.